Siddhartha desborda Guadalajara
Por Omar Ximénes
Fotos: Christian con Hache
Seamos
sinceros. Lo que buscamos no es la identidad, es la nulidad, casi casi
desaparecer. Al menos cuando vamos a un concierto, esa sensación de
unificación, de comunión artista-fan, se asemeja un tanto a la nulidad del ser.
Ser parte del otro, como esta noche Siddhartha fue parte de su público y
viceversa.
Pero vamos un paso atrás: el escenario. El teatro Diana se levantó como el espacio íntimo preciso para este ritual, ya con anticipación agotado, y al dar inicio, abarrotado. En el primer latir, el corazón desbordado, en el segundo, todos de pie.
Demos otro paso atrás: la línea frontal. Proyecto que nos deleitó descubrir. Formados en línea, telón abajo, al borde, en el proscenio, luces aún encendidas y entre el murmullo de los parroquianos, Venado Meraki -apadrinados y producidos por el músico-, se presentaron con carácter, diciendo: "aquí estoy" ante Guadalajara para armonizar con su country folk roquero y abrir camino a la banda principal.
Anacronía. Construir la narrativa de un espectáculo argumenta una hazaña. Llevar y conectar a la gente, de alguna forma, es sacarla de la realidad, del tiempo. Por ello, el artista pensó en olvidar la linealidad del tiempo, ir de delante hacia atrás para saltar después a otro punto en su quíntuple discografía. Entonces el tiempo no va del pasado al futuro, sino que se construye a cada momento, y la nostalgia de la memoria es tan viva en este presente como en la euforia de algún sueño venidero.
Elipsis. Siddhartha se transforma en relator de historias sonoras y como artificio entremezcla los sonidos líricos, precisos y limpios de la gran banda con la que cuenta, su voz armoniosa, las letras escurridizas y los paisajes, muchas veces sintetizados por el acompañamiento visual circundando los cuatro elementos, haciendo un instante infinito para su público entregado a él, y él a su casa. Lo que Guadalajara dejó y absorbió fue la esencia de la ciudad como regalo a su artista.
Y ¡qué loco!, podemos concluir. En esos ecos del viento armónico creado por sus letras coreadas en todo momento (desde su más nuevo Memoria - Futuro al Why you?), atestiguamos su evolución en dos horas (y un encore). Sin duda, nos hacía falta verlo hoy y sentirnos diferentes. Sentirnos únicos. Olvidar quienes somos.